Vacaciones de invierno
No sabía si valía la pena la meseta de Leng, pese a lo barato del precio por un vuelo tan largo y sin escalas, claro que en una pequeña línea aérea bastante desconocida y de nombre impronunciable. Por otro lado, la temperatura allí no creo sea más cálida que la de este invierno mortal del que huye todo el que puede.


Mimeógrafo #141
Febrero 2025
Vacaciones de invierno
Jorge Etcheverry
(Chile-Canada)
No sabía si valía la pena la meseta de Leng, pese a lo barato del precio por un vuelo tan largo y sin escalas, claro que en una pequeña línea aérea bastante desconocida y de nombre impronunciable. Por otro lado, la temperatura allí no creo sea más cálida que la de este invierno mortal del que huye todo el que puede. R'lyeh no aparecía en las rutas de la navegación o el vuelo comercial para pasajeros, me dijo mi agente, aunque sí se pueden organizar cruceros, en teoría, con algún yate pequeño, si hubiera bastantes interesados y dispusieran de los medios necesarios. Pero dados mis medios, yo mismo no podría participar en un crucero muy caro. Kadath ofrecía más atractivos, se dice que es un lugar con muchas bellezas naturales y arquitectónicas, aunque las determinaciones precisas de su ubicación no son accesibles, ni siquiera recurriendo al web, donde a estas alturas, se supondría que está todo. Menos aún se podían encontrar líneas, itinerarios ni hoteles. Pero iba a seguir buscando. El panorama de otro mes completo, por lo menos, con este invierno maldito, hacía que me fuera urgente salir aunque sea por un par de semanitas. En estos lugares, febrero tiene la fama del mes en que se mueren los viejos (yo) y se agravan las depresiones. Febrero en estas latitudes, y para decirlo de frente, es el mes de los suicidios. En general todo es gris o blanco, o una mezcla. Quizás mi deseo de salir me había puesto en la cabeza esos nombres, o a lo mejor los había leído en alguna parte. En mi juventud, y con más medios, me gustaba ir de vacaciones a lugares casi desconocidos, que las manadas de turistas y sus accesorios hubieran dejado casi incólumes. Aquí, en esta época, cuando sale el sol es esplendoroso pero el frío es mortal. Cuando fui a la barbería (todavía quedan algunas, en el Barrio Italiano) fue inevitable que terminara hablando con el barbero de mis vacaciones, yo con mi acento que nunca se me pudo quitar, él con un inglés gutural que pese a ser su cliente consuetudinario, nunca me ha permitido adivinar su origen, además de que eso no es algo que uno pueda preguntar de buenas a primeras sin pasar por grosero. Uno siempre termina hablando con ellos, en esa silla de peluquería que es un poco un confesionario. Uno no puede resistirse a conversar con los peluqueros, o los taxistas. Es sabido que en todos los regímenes dictatoriales ellos trabajan para las policías políticas o religiosas. Él me recomendó un lugar bastante cercano, en Estados Unidos, Innsmouth en Massachusetts, un puerto que según dijo, había sufrido una calamidad un poco parecida a la de Detroit, relacionada con una epidemia, el cierre de unas refinerías, o algo parecido. Fue muy vago respecto a eso, pero me aseguró que la ciudad gozaba de un clima marítimo ideal, los paisajes lo dejaban a uno boquiabierto, el pescado y el marisco eran sin dudas los mejores de Norteamérica y había varios hoteles, muy baratos, porque ese puerto alguna vez próspero no parecía ser un lugar muy frecuentado por turistas. Me mencionó además que tenía parientes o amigos allá, no me acuerdo, porque estaba distraído, ya me había decidido. Pensaba que incluso podía irme manejando en auto.