Una suerte sarnosa de un vampiro Wieslawo
Vampiro, eso suena orgullosamente. ¡Dios mío, qué disparates de puta mierda! Si oyendo la palabra vampiro pensáis: “un mozo buenísimo, con unos carrillos pálidos”, os equvocáis. No hay nada peor, nada más humillante que ser un vampiro. Un vampiro no es ni más ni menos que un simple adicto, que si no toma su “porción purpúrea”, se le contraen las putas convulsiones.
NARRATIVA
Mimeógrafo #131
Abril 2024
Una suerte sarnosa de un vampiro Wieslawo*
Christopher T. Dabrowski
(Polonia)
*Traducción: Lucyna Ozimińska
Vampiro, eso suena orgullosamente.
¡Dios mío, qué disparates de puta mierda!
Si oyendo la palabra vampiro pensáis: “un mozo buenísimo, con unos carrillos pálidos”, os equvocáis. No hay nada peor, nada más humillante que ser un vampiro. Un vampiro no es ni más ni menos que un simple adicto, que si no toma su “porción purpúrea”, se le contraen las putas convulsiones.
¡Un drogadicto, un cualquiera, la hez del pueblo!
Sí, soy yo. Sí, sí, me llamo Wieslawo y soy un sangrómano... soy un vampiro.
¿Cómo sucedió?
Se me agarró un tal vampirito todavía con sed, un muertejo pálido que todavía tenía ganitas de chupar sangrita, así, simplemente para más tarde. Y se bebió pero ¡naturalmente -joder- no acabó! No me había chupado como debería hacerlo ¡Hasta el final!
Así, todo este mito romántico, sobre el que se leía en los libros de una autora famosa, de una posibilidad de elegir entre un sueño eterno que calma con la visión de su negrura infínita y una persistencia hedonística de un condenado joven con los colmillitos un poco excesivos, es solamente un hablar por hablar (bla bla bla).
Un hombre bien chupado, muere. Muere irrevocablemente. Es un cadáver sin más. Pero basta que en su cuerpo se quede aunque un poquito de sangre para que él se convierta en un vampiro. Un estrafalario. Una escoria.
¿Y para qué me sirve esta inmortalidad si soy una ruina? ¿Para qué? Durante mi vida fui un desgraciado y después de la muerte, también lo soy. Nada ha cambiado. Simplemente, si de vez en cuando no me vierto un poco de vodka, estoy enfermo. Sufría antes, sufro y ahora. Sí, un vampiro no es ningúna maravilla. Es un despojo humano que está todo el tiempo pegado a la vida, aunque debería correr a una cloaca. Un despojo ensuciado por los mismos defectos y deficiencias que durante su vida. ¿Vida? Qué bueno. Y qué es joder toda esta vida. ¿Si este estado, en el cual tengo que permanecer, se difiere con algo de la vida vegetativa de los tiempos anteriores a que este desgraciado blanquecino -joder- me había chupado? Además de que está peor. Está peor que antes, no veo ninguna diferencia.
Está peor, mucho peor. Antes, tuve solamente un vicio, la vodka. Ahora, bailo en una danza martirial con dos, soy también un sangrohólico. ¡Cada vampiro es un sangrómano!
¡Señores del jurado! Condenenme, por favor, inmediatamente, porque voy a matar. Matar, matar y una vez más, matar. No para sobrevivir, como lo hace cada animal feroz. Voy a matar para sentirme un poco mejor, para desprenderme de estas convulsiones sangrohólicas... de este delirazo purpúreo.
No se cómo ocurre esto, que puedo trasegar la vodka y mi cuerpo, y aunque el corazón está parado, aún cae en el embriagamiento. ¿Quizás porque ahora uso estos putos colmillos? ¡Bah! Como algun jodido gatito, tengo que echar la vodka a una escudilleta, sumergir la jeta y chupar, chupar...
Eso puedo, pero de comer ¡ni hablar! Ese hijo de puta que me quitó la vida humana, me quitó también la posibilidad de comer la pitanza normal. ¿Por qué? Porque algo como aparato digestivo funcional en mi cuerpono no existe. No zamparé unas patatas fritas crujientes ni tampoco podré deleitarme con un queso extensivo de un gratín vendido en una tiendecilla en la estación central de Varsovia. Se acabó. Finito.
De follar tampoco nada de nada. El aparato circulatorio también se jodió. El corazonazo está parado. En las venas, vacío.
Aún no consigo mucho excitándome con una puta bomba para inflar pene.
Un vampiro como veís, es una criatura adicta y retrasada. Es un mártir. Es un ciudádano de infierno terrenal.
Sí, algunos acaban consigo. Saltan de la oscuridad a los rayos de luz y sufriendo se convierten en cenizas. ¡Sĺ! ARDEN VIVOS. No hay posibilidad para morir sin dolor. Si dejarás de chupar la sangre, no morirás, solamente vas a padecer el hambre purpúrea durante toda la eternidad hasta que de nuevo no empieces a chupar…
¿Clavar un piquetito en el corazón? ¿Qué idiota inventó esto? Qué corazón. Un resto frío e inmovil. ¿Y si saltáramos una tapa de los sesos? Mierda igual. El cuerpo no se va a morir, un vampiro es como un alma pegada con un pegamento astral a su cadáver. Aunque se lo triturarías, en estos despojos se va a arder lentamente esta vida innatural, hasta que el solecito se lo queme.
Joder, lo único que se puede hacer es quemarse, ¡lo único! Por eso, solamente unos pocos desesperados se atreven hacerlo. Yo, personalmente, tengo miedo de este sufrimiento. Y que todavía soy un hombre y tengo miedo de lo que me pase después de esta segunda muerte, cuando el alma se despegue del cadaverazo.
Voy a pasar siglos enteros en este tormento imposible, hasta el fin del mundo, o quizás un día más, pero sé que núnca seré una mierda que condena otros a este vampiretazo. ¡Nunca! Pase lo que pase, yo siempre, pero siempre, voy a chupar todos hasta la última gotita. ¡Hasta la última!
¿Todavía pensáis que ser un vampiro es algo místico? Vosotros, los que hacéis alarde de su adoración a los princesitos de la oscuraidad que llevan estas capitas ondeantes, todavía pensáis qué es tan misterioso, tan aventado en una bruma romántica. ¿Si? ¡Pues que os vayáis a curarse estas cabecitas enfermas que teneís!