Un infierno llamado Bolaño

Leer a Roberto (nos hablamos de “tú”) implica un riesgo, una especie de sendero que va detonando, poco a poco, imágenes que se quedan grabadas en el subconsciente, simbología de héroes caídos, secuencia mítica de los desvalidos[...]

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Marcelino Champo

5/23/2013

Mimeógrafo #01
Mayo 2013

Un infierno llamado Bolaño

Marcelino Champo

Instrucciones para antes de leer El gaucho insufrible:

1.- Niegue toda esperanza, o mejor aún asesínela y entiérrela en el lugar que crea más conveniente.

2.- Busque un espacio solitario, de preferencia en la azotea de algún edificio en una metrópoli perdida o sitio olvidado de la mano de Dios.

3.- Reviva la esperanza, desentiérrela como el cuerpo de un zombie y juegue un poco con ella. Tiempo después, abrásela, háblele al oído y prometa no volver a perderla.

4.- Si puede, tome una escopeta y vaya a cazar conejos. Dispare a discreción. No olvide quitar la piel con sumo cuidado y al hacerlo piense en las siguientes preguntas: ¿En qué momento se hizo demasiado tarde? ¿Cien años antes? ¿Mil años antes? ¿No estábamos, acaso, condenados desde el principio de nuestra especie?

5.- Inicie un viaje, una trayectoria azarosa. Súbase a un tren y desde la ventana observe cómo los conejos forman parte de una maratónica carrera hacia lo desconocido. En silencio, abra el libro y déjese guiar. El mañana no importa.

Leer a Roberto (nos hablamos de “tú”) implica un riesgo, una especie de sendero que va detonando, poco a poco, imágenes que se quedan grabadas en el subconsciente, simbología de héroes caídos, secuencia mítica de los desvalidos.

Enfermedad, tiempo, literatura, miseria, soledad, negación y aceptación, ratas en busca de respuestas, todos estos elementos se conjugan para brindarnos uno de los libros de cuentos más importantes de los últimos años en las letras hispánicas.

Bolaño encierra en esta publicación póstuma lo que podría denominarse la tesis de su obra, el discurso pasa de manera centrífuga y certera por las seis narraciones y los dos ensayos que componen El gaucho insufrible.

En “Jim”: el paroxismo, la iluminación y el desencanto se hacen presentes en un poeta frustrado, ex marine que busca entre las llamas aquello que se fue y no dejó siquiera el rastro del viento. “El gaucho insufrible”, nombre que da título al libro, es quizá uno de los mejores cuentos de Roberto, su narrativa que entrelaza el autoexilio y aquella literatura inexistente, de la que tanto habla Vila- Matas, golpean al lector como el puñetazo de Mike Tyson. Cientos de conejos salvajes saltan, se pierden en el monte, levantan sus orejas entre la oscuridad y la nada, antropófagos saltan al cuello y revisten de sangre la superficie de la piel. Bajo el augurio de los conejos, un escritor abandona el anonimato, la memoria se eterniza en la cabeza de un viejo que busca, en el último rincón del mundo, la paz o tal vez la muerte. “El viaje de Álvaro Rousselot” es una especie de Pierre Menard cinematográfico: un insigne escritor argentino es “plagiado” y , en cierta manera, despojado, al convertirse en algo más que un punto de referencia para un joven director de cine francés. “Dos cuentos católicos”: proeza o vanguardia, representan lo mismo que una jugada magistral de Messi, es un drible de la narración, una chilena en tiempo complementario que hace ver a Roberto como un Beckenbauer de la pluma. Segmentado en micro capítulos, dos personajes están en busca de lo divino, tan cerca de la santificación como Judas o Luzbel. Ambos protagonistas hacen una revisión de su vida en un acto de fe, de esperanza (vuelvo a la esperanza) indisoluble, voraz, carnívora. He aquí un ejemplo de audacia narrativa, pequeños fragmentos que entretejen dos historias y que van apareciendo como sucesos inconexos, pero con un final inesperado.

Complementan este libro: “Literatura + enfermedad = enfermedad”, y “Los mitos de Cthulhu”, textos en donde Roberto indaga sobre el hartazgo, el sexo, el sentido del viaje y la travesía del escritor, la enfermedad inherente que conlleva a los poetas, a la literatura y al mundo hacia el vacio.

Voy a viajar, voy a perderme en territorios desconocidos, a ver qué encuentro, a ver qué pasa. Pero previamente voy a renunciar a todo. O lo que es lo mismo: para viajar de verdad los viajeros no deben tener nada que perder.


Bolaño, o Roberto, o Roberto Bolaño, un escritor imprescindible para entender (o intentar entender) el abismo al que, inevitablemente, vamos cayendo.

Bolaño, Roberto, El gaucho insufrible, Barcelona, Editorial Anagrama.