Silenciado la tristeza

Ahí está Lucia, una joven llena de sueños por lograr, siempre esforzándose en todo lo que hacía, desde muy pequeña tuvo que ser autosuficiente porque sus padres siempre estaban ocupados, no había nadie para ayudarle con las tareas, iba sola a la escuela, jugaba sola, procuraba arreglar sus problemas sin molestar a nadie.

NARRATIVA

Andreyna Herrera (Bolivia)

5/23/2024

Mimeógrafo #132
Mayo 2024

Silenciado la tristeza

Andreyna Herrera
(Bolivia)

Ahí está Lucia, una joven llena de sueños por lograr, siempre esforzándose en todo lo que hacía, desde muy pequeña tuvo que ser autosuficiente porque sus padres siempre estaban ocupados, no había nadie para ayudarle con las tareas, iba sola a la escuela, jugaba sola, procuraba arreglar sus problemas sin molestar a nadie.

Era considerada una hija ejemplar porque no daba ningún problema, eso pensaban sus padres. Lucia, aunque no se daba cuenta, era muy exigente consigo misma, no concurría a fiestas como sus amigas de su edad, prefería instruirse y trabajar para costearse sus estudios.

Era muy tranquila, siempre con una sonrisa amable para todos, atendía un negocio de ventas, el dueño la trataba con respeto, sin embargo, cuando su esposa de este se aparecía en el negocio, la trataba mal, hasta incluso la humilló frente a todos por su forma de vestirse, Lucia solo la escuchaba sin defenderse, solo miraba como los demás la miraban de pies a cabeza y murmuraban, cuando se fue la señora, la joven trató de no llorar y continuó con su trabajo, sus manos temblaban y trataba de controlar la situación.

Al llegar a casa, se puso a sacar su ropa del ropero, clasificó las prendas que estaban en buen estado y embolsó lo viejo, oprimía su labio con los dientes, para controlar sus emociones, llevó sus libros para venderlos y obtener dinero, ella no era de pedir dinero a sus padres, recuerda que cuando pedía un dulce, un juguete o materiales cuando era niña, solo recibía recriminación o decían que no hay dinero.

Eran pocas las amistades que tenía en la universidad, una vez sus compañeros estaban reunidos burlándose de cada chica, ellos no se dieron cuenta que ella estaba escuchando, hasta que la nombraron, mofándose de su aspecto era escuálida y poco femenina, solo resaltaron que lo único bonito era su sonrisa, uno de ellos propuso una apuesta de conquistarla, la haría caer como mosca muerta y se aprovecharía para después dejarla.

Lucia comenzó a morderse los labios, no pudo dormir por los pensamientos recurrentes, miraba su cuerpo frente al espejo, se pellizcaba por todas partes, sintiendo odio por su aspecto, intentaba arreglarse, darse un poco de color en sus mejillas pálidas y un labial para resaltar su sonrisa.

La esposa de su jefe, se dio a la tarea de entregar los sueldos a cada trabajador, a Lucia le entregó la mitad del sueldo, porque no hacía bien el trabajo, la joven no refutó, se fue de callado con su sobre, continuaba atendiendo con una sonrisa a la gente, la admiraban al verla sonriendo pese al trato que recibía.

Después de cumplir su jornada de trabajo se iba a la universidad, justo el muchacho que apostó se acercó a ella, empezó alagarla, Lucia agradeció y se alejó evitándolo, en clases no prestaba atención por los pensamientos intrusivos, el muchacho la siguió y se ofreció en acompañarla, mientras se decía a sí misma, sonríe y se amable, mientras sus pensamientos eran un embrollo, aceleró sus pasos hasta llegar a casa, se despidió del muchacho.

Sus padres le cuestionaron por el muchacho y le prohibieron tener pareja, nuevamente el insomnio se apoderó de ella, empezó a comer y comer sin hambre, las lágrimas empezaron a caer, “debo comer estoy muy escuálida” se decía una y otra vez, en cada bocado.

Se notaba el cansancio en sus ojos, hasta que se quedó dormida apoyada en la máquina registradora, la gente al verla se iba, para el colmo la señora con un gritó la despertó, empezó a insultarle y al final la despidió, Lucia no dijo nada, solo tomó sus cosas y se fue, al salir solo recordaba “eres inútil”, “floja”, “tonta”, “flacucha” y para rematar de “malagradecida”.

Pero seguía con la sonrisa en el rostro, como si nada, caminó por la universidad, se detuvo en el pasillo y de manera inconsciente se fue a su casa, como siempre sus padres se iban temprano a su trabajo, no notaron que ya no iba a trabajar y que estaba faltando a sus clases, Lucia se pasaba horas viendo las redes sociales, sin contestar llamadas ni mensajes de sus amistades, se sentía muy cansada que descuidaba su aseo personal, no salía de casa, sentía un vacío inexplicable, abrumada se autolesionaba con golpes, tenía miedo en contarle alguien todo lo que le estaba pasando, no quería ser una molestia para nadie, quizá no la comprenderían, tal vez la subestimen como siempre lo hicieron, los episodios de crisis eran fatales, hasta que pensó en tomar una decisión para poner punto final…

Crees que nadie te ama, sientes que a nadie le importas, ya no hallas alegría en las cosas que antes te encantaba hacer, para qué continuar…

La madre entró al cuarto de su hija, se quedó sorprendida por el estado en el que se encontraba Lucia, el padre no se explicaba ante esa situación. Sus compañeros de la universidad murmuraban que “Lucia siempre sonreía”, nunca la vieron triste, no podían creer lo que hizo, los vecinos murmuraban que “lo tenía todo, no le faltaba nada”, haciendo comparaciones con otras personas desdichadas, seguro exageró en su nota póstuma.

Pero Lucia quiso silenciar su tristeza para siempre, su rostro aun reflejaba esa sonrisa, en esta ocasión fue dibujada para su funeral. Los padres supieron después que su hija sufría de depresión silenciosa, reprimía todo hasta que ya no pudo más y decidió quitarse la vida.

Los padres se culparon, porque su hija escribió: “…padres, continúen con su rutina, ni notarán mi ausencia como siempre…”, “siempre me sentí sola, aunque esté rodeada de muchas personas, era invisible”, tantas frases escritas, eran como cuchillos enterándose en el pecho de los que leyeron, con dos fotografías adjuntas, una sonriendo y la otra cubriéndose el rostro con un ademán de silencio, eran las dos caras de la depresión.