Mi vestido negro
Después de que jodi a mi progenitora, dejándole a cuidar a mi crio, para que recordara la vieja como se cambiaban esos pañales cuando yo era pequeña, así se la paso una temporada larga, mientras yo me la pasaba disfrutando sexualmente al hombre que me embarazo.
Mimeógrafo #137
Octubre 2024
Mi vestido negro
Carlos Abraham
(México-Líbano)
Después de que jodi a mi progenitora, dejándole a cuidar a mi crio, para que recordara la vieja como se cambiaban esos pañales cuando yo era pequeña, así se la paso una temporada larga, mientras yo me la pasaba disfrutando sexualmente al hombre que me embarazo.
Así somos todas hacían en el rancho, donde ni al presidente municipal, ni al párroco enviado por monseñor, les. Importa el crecimiento en despoblado de pequeños seres traídos sin una planeación, los cuales qué futuro les va a esperar, caminar para el norte, o ser vándalos.
Yo me sentía soñada caminando por esas aceras mal construidas, por el ayuntamiento, del brazo de mi hombre, lo bueno no era chaparro con el de mi media hermana, pensaba al caminar: tengo a mi hombre, lo volvía a pensar: Yo si tengo a un hombre, no que otras no tienen a nadie que las satisfaga.
Lo que nadie sabía que, para satisfacer mi felicidad, mi madre, tuvo que invitarlo a vivir a la casa y aguantarlo diariamente, sonreírle todos los días y alimentarlo de chilaquiles. Así como mi papa tratar de invitarlo a trabajar con él de repente.
No trabajaba, no sé por qué, según estaba viendo lo de sus estudios, lo que lo mantenía ocupado por todo el día. Yo tan ingenua y tonta como las demás, sin querer darme cuenta de la vida real.
Después de unos meses cuando comenzamos a ver que el chamaco comenzaba a crecer, tuve que decirle a mi madre que no podía estar yo, juntada con un hombre, que necesitaba, salir dignamente de mi casa, aunque era pura pantomima, seguiríamos viviendo dentro de la casa de mis padres.
Después de joder a mi madre a cuidar a mi hijo, la comencé a obligar a que trabajara para poder pagarme una boda digna, para hacer creer a las mujeres del rancho, que salía de blanco de mi casa, nadie supo que mi nuevo esposo, no aporto nada para el banquete de 200 invitados, a los que se les daría de comida arroz y mixiotes.
Lo padre de vivir en rancho, es que se busca para todo unos padrinos, que den dinero para pagar lo que se les pide, una semana acompañada del susodicho, nos fuimos a visitar las casas de las tías y de los parientes, para encontrar a los padrinos de velación de la iglesia, de la banda, del alcohol, hasta logre que una tía ya ochentera me diera su mensualidad que le da nuestro presidente supremo para comprarme ese vestido que anhelaba que había visto en uno de los aparadores del centro de la ciudad.
Se tuvo que hacer un cambio en ese vestido, con el que entraría con un suave paso por el majestuoso pasillo de la iglesia, donde iría viendo las inmensas pinturas de más de 200 años de antigüedad, bañados los marcos en hojas laminadas de oro, el cambio del color fue por culpa de ese cura que enviaron a laborar a la iglesia, el muy muy, nos dijo que como ya habíamos tenido relaciones y traído a un ser enviado por nuestro señor, ya no se podía que entrara a la iglesia de color blanco.
Cuando el banco del bienestar le pago a mi tía la ochentera, me llamo para que pasara por el dinero para mi vestido, me encanto escucharla con una voz que ya no era firme, me dijo: Ten mi dinero hijita, corre a comprar tu vestido, cómprate uno hermoso, lastima que ya no podría asistir a tu boda porque estoy muy traqueteada por la vida, tampoco hay quien me lleve.
Esa tarde mi fui sola a ver los vestidos, entre la tienda donde ya había visto antes el aparador, el que me volvía loca para mi boda, como si fuera yo una de las princesas de los cuentos de Disney, al fondo estaba un vestido hermoso de color rojo claro, solo recordé no puede ser blanco, ash y un doble ash, como hace mi media hermana con su cara que no sabes si está enferma o tiene fuertes problemas estomacales.
Me atendió una señorita amable a la que le comenté será mi boda y necesito un vestido, que no vaya a ser de color blanco ash, caminamos por ese pasillo donde se veían esos bonitos vestidos, de repente se me movió el tacón, olvide que no era experta en caminar de tacones, pues todavía no termino la preparatoria. En ese momento del movimiento del tacón, antes de hacer esa inclinación a punto de caerme giro mi cabeza y vi un vestido vello era de un color negro, en mi mente paso esa imagen, volví a voltear. Me encanto, y le dije a la dependienta, por favor deme ese vestido negro, me lo probare, ¡lo quiero!, es perfecto para mi boda.
Me lo probé, me quedo hecho a la medida, no había que realizarle ningún ajuste, no quede ancha de la cadera después del parto, saque de entre mi brasier un rollo de billetes que me dio mi tía para el vestido, los extendí justo me alcanzo para pagarlo, yo me encontraba feliz porque mi sueño de princesa se había hecho realidad, tenía ya en mi poder mi bello vestido de color negro con tirantes, me veré divina.
Después de pagarlo camine a la parada del autobús, para realizar el recorrido de vuelta a casa, al llegar le grite a mi mama de felicidad que ya tenía mi vestido, ella puso a mi hijo en su cuna pues le estaba dando su biberón, el que creo le tocaba a esa hora, bueno ella se sabe todos los horarios para alimentar a mi hijo, no sé si ya estaba mi hombre en casa o vendría de la universidad apenas o estaría platicando con sus amigos o compadres.
Cuando mi madre saco el vestido de la bolsa, vio ese color negro, hizo una cara que rápidamente antes de que diera su opinión, le grite diciéndole: ¡Se me caya usted madre!, es mi vestido, ese color me gusto, porque quise, porque puedo y porque quiero.
Esa noche checamos la lista de las necesidades, ya estaban los padrinos de cada una de ellas, solo nos dimos cuenta de que nos faltó los padrinos de pastel para 200 invitados, como a mi hombre le gustaba el de 3 leches, tenía que ser de tres leches a fuerza, para consentirlo en nuestro mejor día. Estuvimos pensando a quien otorgarle el honor de ser los padrinos de pastel, y pensamos en que podría ser unos amigos de la infancia que como ya son ninis expertos reciben también dinero de nuestro país, los que la verdad no serían afectados económicamente para el pago del pastel, una semana antes habían pasado al banco por su cheque y feliz mente aceptaron, fueron a la pastelería a pagar el fabuloso pastel, creo si va a estar delicioso, ya lo comentaran los invitados.
Llego el día del momento de mi felicidad, ¡Que bendición!, me valía lo que dijeran las mujeres de mi rancho, yo tenía ya mi fiesta en puerta, con mi hombre, con mi vestido negro, y comeríamos de postre, al final un suculento pastel de 3 leches.