Mi primera sesión fotográfica

Acompañé a un amigo a crear unas fotos al templo de San Francisco Acatepec, Puebla. Fuimos a buscar iconografía de ángeles con instrumentos musicales; no me imaginaba que, en el techo y paredes del coro, hubiese un pequeño mundo de ángeles de yeso con varios tipos de instrumentos musicales.

NARRATIVA

Carlos Abraham (México-Líbano)

4/23/2024

Fotografía: Carlos Abraham

Mimeógrafo #131
Abril 2024

Mi primera sesión fotográfica

Carlos Abraham
(México-Líbano)

Acompañé a un amigo a crear unas fotos al templo de San Francisco Acatepec, Puebla. Fuimos a buscar iconografía de ángeles con instrumentos musicales; no me imaginaba que, en el techo y paredes del coro, hubiese un pequeño mundo de ángeles de yeso con varios tipos de instrumentos musicales.

Como siempre pasa cuando acompaño a mi amigo, subimos juntos al piso del coro, como si fuéramos asiduos al lugar. Con porte y estilo mostró su gafete de reportero, donde está su fotografía, con sus apellidos; no quedó más que escuchar la famosa frase: “Pasen, por favor”.

Estuvimos platicando los dos sobre cuando se construyó este templo franciscano, y le dije: “Es del siglo XVIII, consta de una fachada policromada hecha con mosaicos de talavera, combinada de ladrillos rojos”, los vimos al estar caminando por una parte lateral por donde se encuentra la zona del camposanto, lugar donde hay varias tumbas antiguas.

Todo es muy estilo barroco y me la pasé volteando la mirada por varios puntos de su arquitectura, disfrutando ese colorido en sus paredes en la cúpula y en su campanario.

Caminamos dentro, por su planta de cruz latina con siete cuerpos. Observé en las paredes esas pinturas donde hay una que data del año de 1730, descubrimos en unos datos que tenían en un libro que cuando se quemó en 1939, logró ser restaurado por unas fotografías como la del altar mayor, así como otros puntos que había del lugar, tomadas por Guillermo Kahlo. Así lograron reconstruir la yesería perdida, aunque tardaron demasiados años para su terminación.

Pensé en la soledad del lugar, lo frío de sus inmensas paredes, la antigüedad de la estructura arquitectónica, por lo que le dije a mi acompañante: “Me parece extremadamente fascinante”.

⁠Pensaba y miraba al fotógrafo sobre cómo tomaba esas capturas, las cuales serían la imagen perfecta, esa que se volvería especial y memorable.

La verdad sí lo sería, pues todo ese trabajo fuimos a realizarlo para la imagen del cartel de la muestra de música antigua y novohispana, del festival que creará patrimonio.

El primer ángel que vimos, y el proceso por ser el fotografiado, fue el que tenía un violín en su mano izquierda; después vimos que había otros por toda la zona del coro, con varios instrumentos.

Solo escuchaba ese sonido del disparo de su cámara; me gustaba observar a mi amigo cómo se movía en el área y cómo iba realizando las tomas fotográficas.

Llegó un momento en el que los dos nos quedamos viéndonos, como si nos leyéramos la mente, cuando de repente le comenté si podía modelar y crear algunas fotos mías de ese lugar, para después enviarlas a revistas de fotografía y demás convocatorias.

Me subí por la escalera del campanario y me senté en el octavo escalón. Entraba la luz por una pequeña ventana, miré a la cámara y noté cómo mi amigo creaba esa composición de la imagen, con su estilo especial, el que me agrada demasiado.

En mi pensamiento pasó lo siguiente: poner mi mente en blanco para tratar de disfrutar del entorno que teníamos, místico y romántico por estar en una iglesia; me volví uno solo, yo mismo, literalmente no pienso en nada, me concentro solamente en posar y espero que pronto me enseñe el resultado de esa foto donde yo soy el modelo.

Pensé por un momento en el director de cine Emilio Fernández, quien seleccionó este templo como locación para la película Enamorada, y yo ahí dentro, posando, como esas dos grandes estrellas que eran María Félix y Pedro Armendáriz. ¡Wow! No lo podía creer.

Terminamos de crear la sesión fotográfica y me pasó a dejar a mi casa; me despedí con un increíble beso por estar emocionado luego de esa fotografía, la que sabía sería mi fotografía especial. Posteriormente, al mes ya la había visto impresa y montada en un marco de color blanco. No sé, pero lo logré, realicé mi anhelo de comenzar como un modelo.