Lujuria

Una fiesta de gala, un salón rojo, con rojas cortinas y grandes candelabros alumbrando con lúgubres sombras las paredes en una danza de figuras fantasmales./ Suena una pianola, y sus notas quemantes y desarticuladas invaden el lugar. / Y allí estás, con ojos llameantes de lujuria, con esa sonrisa vampirizada y borracho de sangre que vivifica y mata. / Una mano extiendes, no puedo sustraerme a tu pedido y a ti voy como una polilla a la lámpara. Me rodean tus brazos, me agarrotan, me apretujan hasta quebrar en suspiros mi respiración. Hasta desfallecer hundida en tu pecho, ultrajada por tu mirada de fuego, por tu aliento quemante acalorando mi cuello.

NARRATIVA

Olymar (Argentina)

2/14/2023

Mimeógrafo #117
Febrero 2023

Lujuria

Olymar
(Argentina)

Una fiesta de gala, un salón rojo, con rojas cortinas y grandes candelabros alumbrando con lúgubres sombras las paredes en una danza de figuras fantasmales.
Suena una pianola, y sus notas quemantes y desarticuladas invaden el lugar.
Y allí estás, con ojos llameantes de lujuria, con esa sonrisa vampirizada y borracho de sangre que vivifica y mata.
Una mano extiendes, no puedo sustraerme a tu pedido y a ti voy como una polilla a la lámpara. Me rodean tus brazos, me agarrotan, me apretujan hasta quebrar en suspiros mi respiración. Hasta desfallecer hundida en tu pecho, ultrajada por tu mirada de fuego, por tu aliento quemante acalorando mi cuello.
Me dejo llevar, caigo en un sopor de nieve y fuego, en un círculo de niebla opacando el momento. Mi sangre se alborota, bulle como un volcán y explota en un grito ahogado de placer y miedo.
Caigo y no me defiendo, caigo como un torrente de fuego; ya no importa nada, ya no quiero vivir si no es en esos brazos de acero. Sin esa sonrisa tórrida y sus ojos de fuego.
Sus labios se prenden a los míos, sus dientes me muerden en una danza de arena y fuego. Sus dedos recorren mi fisonomía, reptan, hurgan cada hueco, cada cavidad…, y mi piel se estremece, se eriza, tiembla, refulge como un rayo en la tormenta, me quemo de deseo y placer; me transformo en volutas de humo introduciéndome en su ser agonizante y ciega.
La noche se vuelve hoguera, brilla la oscuridad, trasciende más allá de todo tiempo; de todo espacio que desaparece, y solo quedan nuestros cuerpos fundidos en un tormento de sangre y fuego.
Ardo como yesca, me quemo, convulsiono en un estertor enajenado; levito como una pluma al viento…, entonces, con una estocada final clavas tus colmillos en mi hombro izquierdo, y allí te quedas, absorbiendo mi vida, arrastrándome al averno, sucumbiendo a tus encantos, perdida en la vorágine del éxtasis. Muero, renazco, vivo y vuelvo a morir en ese abrazo mortal que me lleva al infierno en un estado de inconsciencia total y eterno.