Las letras chiquitas de la vida

Marilyn tiene una hija que nació en el año de 1990. Le salió necia, testaruda y desorganizada, con un toque simple de testarudez; además, nunca lee las pequeñas letras que pasan por la vida.

NARRATIVA

Carlos Abraham (Líbano-México)

6/26/2024

Fotografía: Carlos Abraham

Mimeógrafo #133
Junio 2024

Las letras chiquitas de la vida

Carlos Abraham
(Líbano-México)

Marilyn tiene una hija que nació en el año de 1990. Le salió necia, testaruda y desorganizada, con un toque simple de testarudez; además, nunca lee las pequeñas letras que pasan por la vida.

Cuando cumplió los 15, conoció a un tipo que terminó con eso, que siempre mostró la cara de interés económico, entre sus dos cejas la portaba, a ninguno de sus compañeros en el colegio de sacerdotes donde estudiaba les caía bien, siempre decían que no era justo cómo este chavo trataba a la pobre Mia, la traía cortita y no le gustaba que saliera con ellos a divertirse, a conocer la vida, más que salían siempre todo el grupo completo.

Cuando terminó la preparatoria, y para que sacaran a ese tipejo de la vida de Mia, la enviaron a estudiar a Canadá, una amiga de Marilyn le implantó en mayúsculas las reglas del juego de estudiar en Canadá: “Por favor, conoce a todos los muchachos que quieras, ten relaciones con cuidado, pero, por favor, selecciona bien a uno y tráetelo o quédate a vivir con él, pero entiéndetelo, consíguete a un canadiense”.

Mia era tan terca y necia, y con más adjetivos que no hizo caso a nadie. Se la pasó conectada con el celular todo ese tiempo con su tipejo, ella se sentía feliz porque según él mostraba importancia para con ella, pero solo era por un simple interés, bajarle todo lo económico que pudiera. Sabía que la habían enviado a Canadá, que para él eran palabras mayores. C a n a d á, se lo deletreaba a sus padres y hermanos; decía, mi novia se fue a Canadá, lo deletreaba y decía de mil formas, al derecho y al revés, con la boca abierta, con la boca más cerrada, se le escurría la baba diciendo la palabra Canadá: “mi novia está en C a n a d á”, y “zaz”, la baba se le escurría nuevamente.

Mia cometió su primer error en su vida, no se trajo a ningún muchacho que pudo haber conocido íntimamente en Canadá, prefirió continuar con su lagartija. Regresó feliz creyendo en él, y Marilyn no lo podía creer, es decir, que esta pendeja escogiera una lagartija que no aportaba nada y no a un canadiense alto, fuerte y musculoso.

Pasaron los años, Mia entró a la universidad, y al llenar los papeles no leyó la cláusula de letras pequeñas donde decía: “escoge bien de quién te embaraces para que valga la pena desertar esta maravillosa universidad, que te da aprendizaje y mucha cultura”.

Marilyn prefería irse a sus viajes relámpago con su amiga Julia, para poder sacar de su cabeza los errores que estaba cometiendo su linda y testaruda hijita. Hizo lo que le dijo su amiga psiquiatra en un desayuno, dejándole que ella seleccionara a su perfecto amor y al final ella muriera en su propia tragedia.

Como su lagartija no tuvo ni para llevarla a una cueva, y no se casaron por lo civil, ahí tenía otra vez que haber leído las letras pequeñas: “recuerda que, si firmas y te juntas con un ‘guey’, cheques antes que está bien la casa donde te va a llevar tu pareja y va a aportar economía como hombre que se cree”. Terminaron viviendo de arrimados en casa de su abuelita, una linda ancianita que durante ese tiempo nunca pasaron los años, se siguió manteniendo la viejita sana, y Mia continuó años ahí, sin nada emocionante dentro de su vida. El tipejo nunca encajó y nuca hizo vida social, ella nunca volvió a leer esas pequeñas letras, las letras pequeñas de la Biblia o textos de Melchor Ocampo, o Lenin, no leyó nada y creía que así de simple era el amor, o sea, estar de pendeja en casa esperando a su propia lagartija, lo que nunca le trajo algún bonito detalle.

No captó lo increíble que hacia su mamá y su amiga Julia de estar viajando para arriba y para abajo, sin compromisos de algún típico que les obligara a hacer lo contrario, siempre estaban viajando, disfrutando a esos hombres como semi dioses que se encontraban en cualquier país o ciudad.

Después de tantos años, y cinco arrugas más para la abuelita, su lagartija se cansó de ser el arrimado y el que no era una pieza encajable en esa alta sociedad en la que se vivía en esa casa, terminó el hombre acostándose con la prima, olvidando borrar mensajes de su celular, como Mia ya no hacia sociedad en su vida se puso a checar el celular del supuesto amado, enterándose de lo sucedido entre él y la prima, entones en ese momento le llegó la iluminación de la luz divina, reaccionando a correrlo de la casa de su abuela, lo corrió como una persona mala corre a un animalejo, con valor.

Vio cómo su lagartija se quedó con sus pocas cosas personales, metidas en pequeñas bolsas negras y unas cuantas mochilas que tenía, sobre la banqueta del fraccionamiento, en lo que pasaban sus padres por él, se sintieron en ese momento ráfagas de un fuerte frio, pequeñas gotas de lluvia, después de varias horas llegaron los señores por su hijito, seguridad grabó cómo subieron todo en su vehículo, recordé de volada, a los del programa que veía mi abuela “Los Beverly ricos”, encimada toda la familia en el vehículo, recorriendo Beverly Hills.

Marilyn se fue con Julia a un viaje mega rápido a Jordania, pues tenían que pasar a dejar unos regalos de vas y vienes a la reina, de parte de su marido, que estaban realizando negocios, cuando de repente recibió una video llamada de Mia, diciéndole: “Mamá, laqad waqaet fi hubin earabiin”; Marilyn entro en “shock”, no sabía qué estupidez estaba haciendo su hija, que le repite rápidamente la oración a Julia, Julia es mucho más culta, preparada, alta y guapísima, que le dice de volada: “tu hija tiene un novio árabe”.

No supo qué hacer, se quedó fría, pensó a ver ahora con qué sale esta pendeja. No le quedó más remedio que al regreso de Jordania, se fue a la biblioteca del país, y se puso a ojear nuevamente esos libros increíbles que le habían gustado cuando los leyeron en el colegio de monjas, títulos como: “La huida: no sin mi hija”, “Un burka por amor”, así han creado un sinfín de novelas que en las conclusiones se leen las pequeñas letras, “son musulmanes”.

Mia contactó por internet a este personaje nuevo, su nueva lagartija árabe, pero nunca leyó las letras pequeñas de una impura casarse con un musulmán; qué pasa si no estaba bien organizado un acuerdo prenupcial.

Mia se fue el miércoles rápidamente en el avión con escala en Barcelona, para conocer a su nueva pareja. Muy emocionada llegó a un aeropuerto entre montañas cubiertas de nieve, bajo del avión, se sintió como una de esas princesas o gobernadora de algún país occidental, donde todo el mundo la veían, pues era la única extraña en ese país, toda una impura.

Raudamente corrió un atractivo guardia de seguridad que, si viviera en nuestro país, sería stripper en algún bar de Vallarta. Portaba una barba cerrada, aceleró su paso hasta llegar a cubrirle su cabello con un lindo y colorido hiyab, de un buen diseñador árabe, estilo Carolina Herrera.

Caminó a recoger su equipaje, se abrió la puerta automática del aeropuerto, vio a ese hombre atractivo, alto, musculoso, con su cabello sedoso, sin impurezas en su piel, tiene todas las ventajas de la vida, era muy diferente al ex que había dejado ya olvidado en su país, solo que Mia otra vez nunca leyó las letras pequeñas de que era el casarse con alguna de esas personas de países con una religión y costumbre diferente.

Desgraciadamente, no leyó las letras pequeñas de qué sucede al pasar a ser la esposa de una persona de religión musulmán, en el caso de ella, en esta historia.

No siempre pasa en todos los casos, aquí es una historia de la hija de mi amiga Marilyn, pero no entendía que este hombre la quería de esclava, pero ella soñado y sin leer ninguna pequeña letra se fue a vivir a la cueva del lobo, cambio a su lagartija ahora por un gran lobo feroz.

Como el catolicismo está tambaleándose por todo lo que pasa con sacerdotes que están con ideas extrañas en su cabeza, esto hace que las mujeres comentan nuevos errores en su vida, por la falta de confianza de a quien arrimarse a contarle sus pecados, pasan nuevas cosas extrañas ahora en nuevos países.

Marilyn estaba feliz, pues se deshizo por una temporada de su hija y no tuvo que patrocinarle a su galán en esta ocasión. Le llamó a Julia para que se vieran en un bar nuevo de la ciudad para estar cocteleando y platicando de esas aventuras de sus viajes, y pensando en los nuevos lugares que visitarán juntas.