Jacques Sternberg (Bélgica) - El primer día...

El primer día, Dios se creó a sí mismo. Ha de haber un comienzo para todo.

Jacques Sternberg fue un escritor belga-francés reconocido por su habilidad para combinar el absurdo con la reflexión filosófica en relatos breves y directos. El primer día es un ejemplo claro de cómo el microrrelato puede condensar grandes temas universales como la creación, el orden y el desorden, y la naturaleza humana en muy pocas líneas, dejando una huella duradera en el lector. La obra se inscribe dentro del género de la literatura fantástica con un giro satírico y existencialista.

El primer día...

Jacques Sternberg
(Bélgica)

(Cita)

El primer día, Dios se creó a sí mismo. Ha de haber un comienzo para todo.

Luego creó el vacío. Encontró que le había quedado muy grande, y se sintió impresionado.

El tercer día imaginó las galaxias, los planetas y los soles. No se sintió excesivamente satisfecho, sin saber exactamente por qué.

El cuarto día hizo un poco de jardinería: decoró algunos planetas elegidos con un verdadero sentido artístico, y se sintió feliz al probarse a sí mismo que era un dios con gusto, destilando a través del universo una sutil perfección.

El quinto día, sin embargo, para relajarse de los esfuerzos de la víspera, decidió divertirse un poco: imaginó un mundo que no era más que una flagrante falta de gusto, lo atiborró con horribles colores, y lo pobló de una gran cantidad de repugnantes monstruos. Luego llamó a aquel mundo la Tierra.

Entre la perfección y el caos:
un viaje irónico en ‘El primer día’ de Jacques Sternberg

B. Itzamná

Abstract

El microrrelato El primer día de Jacques Sternberg ofrece una visión irónica y profunda sobre la creación del universo, donde la perfección y el caos coexisten en un delicado equilibrio. A través de un juego narrativo que cuestiona las ideas tradicionales sobre el origen divino, Sternberg plantea una reflexión sobre la dualidad entre orden y desorden, belleza e imperfección, y sentido y absurdo. Este ensayo analiza cómo el cuento utiliza la ironía para acercar al lector a estas grandes preguntas existenciales, proponiendo una visión del cosmos como espejo de la complejidad humana. La obra invita a aceptar la diversidad y las contradicciones inherentes a la vida, enriqueciendo la comprensión del mundo y de nosotros mismos.

“El primer día, Dios se creó a sí mismo. Ha de haber un comienzo para todo.”
— Jacques Sternberg, El primer día

El juego de la creación y el caos

Desde el inicio del microrrelato, Jacques Sternberg plantea una paradoja fundamental: Dios se crea a sí mismo el primer día. Esta afirmación rompe con la idea tradicional de un creador eterno y externo, sugiriendo un origen que es simultáneamente causa y efecto. Así, el acto de creación se convierte en un juego en el que el creador experimenta consigo mismo, como si la existencia misma fuera una obra en construcción.

El relato avanza con la creación del vacío, un espacio inmenso que impresiona por su magnitud, simbolizando el potencial infinito y la soledad primordial que precede a toda forma. El vacío no es solo ausencia, sino la posibilidad latente que invita a la transformación. Este planteamiento abre la puerta a una reflexión sobre el orden y el desorden: la creación no es una sucesión lineal y perfecta, sino un proceso que incluye la incertidumbre y el asombro ante lo desconocido.

El clímax de este “juego” llega con el quinto día, cuando el creador decide crear un mundo “flagrante falta de gusto”, saturado de colores estridentes y criaturas monstruosas. La Tierra, en este relato, se presenta como un espacio caótico, lleno de imperfecciones deliberadas que contrastan con la delicada perfección de los planetas anteriores. Esta decisión, lejos de ser un error, parece un acto consciente de libertad y diversidad, que introduce la complejidad y la riqueza en el universo.

Así, Sternberg utiliza el concepto del “juego” para mostrar que la creación no es solo una construcción ordenada y racional, sino también un espacio donde el caos y la imperfección son parte esencial. Esta visión invita a cuestionar la noción tradicional de perfección y a aceptar la coexistencia de orden y desorden como un reflejo profundo de la realidad misma.

“La belleza absoluta no existe sin su contraparte, y el caos, lejos de ser una falla, es una condición fundamental para la existencia misma.”

Dualidades: perfección vs. imperfección

En El primer día, Jacques Sternberg nos invita a observar el universo como un espacio marcado por contrastes que se enfrentan y complementan: la perfección y la imperfección. Durante los primeros días, el creador diseña galaxias y planetas con un sentido artístico y una sutil perfección, que simbolizan el ideal de orden y belleza. Estos elementos reflejan la búsqueda humana por comprender el mundo bajo parámetros estéticos y armoniosos, aspirando a un cosmos legible y equilibrado.

Sin embargo, la irrupción del quinto día trastoca esta armonía. La creación de la Tierra como un mundo lleno de “horribles colores” y “repugnantes monstruos” no es una mera imperfección accidental, sino un contraste radical que cuestiona la supremacía de la belleza tradicional. Este planeta representa la diversidad caótica, lo inesperado y lo grotesco, elementos que también forman parte esencial de la realidad.

La dualidad entre perfección e imperfección, entonces, no se presenta como una simple oposición, sino como una relación dialéctica que refleja la complejidad del mundo. La imperfección no es defecto, sino una expresión legítima y necesaria que otorga profundidad y vitalidad al universo. En ese sentido, Sternberg parece decirnos que la belleza absoluta no existe sin su contraparte, y que el caos, lejos de ser una falla, es una condición fundamental para la existencia misma.

Este planteamiento abre una puerta para reflexionar sobre la aceptación de la diversidad y las contradicciones inherentes a la vida, proponiendo una visión más amplia y flexible de lo que puede considerarse valioso o significativo.

La ironía como herramienta narrativa

Jacques Sternberg utiliza la ironía de manera magistral para dotar a El primer día de una profundidad que va más allá de la simple narración de una creación cosmológica. La ironía aparece desde la primera línea, cuando el acto creador es descrito como un proceso en el que Dios se crea a sí mismo, una idea que resulta paradójica y casi humorística, cuestionando las nociones tradicionales sobre el origen divino.

A lo largo del cuento, la ironía se mantiene presente al contrastar la “sutil perfección” de los primeros planetas con la “flagrante falta de gusto” y el caos de la Tierra. Esta discrepancia no solo provoca una sonrisa, sino que también invita a reflexionar sobre la naturaleza imperfecta de nuestro mundo y sobre la visión humana acerca de lo que debe ser “bello” o “aceptable”.

La ironía aquí funciona como un puente entre el lector y el texto, permitiendo abordar temas profundos como la existencia, el sentido del orden y el desorden, y la diversidad del mundo, sin caer en un tono solemne o dogmático. Por el contrario, se ofrece una lectura ágil y crítica que estimula la reflexión a través del humor y la sorpresa.

En este sentido, el recurso irónico no desmerece la trascendencia del mensaje, sino que la enriquece, mostrando que las grandes preguntas sobre la creación y el universo pueden ser abordadas desde una perspectiva ligera y creativa, capaz de desarmar prejuicios y abrir nuevas vías de pensamiento.

“El absurdo es una parte inevitable de la existencia, y el desorden es una forma válida de ser y estar en el cosmos.”

Reflexiones sobre el sentido y el absurdo

En El primer día, la creación no sigue un plan estrictamente racional ni perfecto, sino que incorpora elementos de absurdo y contradicción. Jacques Sternberg sugiere que el universo —y por extensión, la vida misma— no siempre tiene un sentido claro ni una lógica perfecta. La presencia deliberada de un mundo caótico y “feísimo” como la Tierra pone en jaque las expectativas de orden y propósito, introduciendo la idea de que el absurdo es una parte inevitable de la existencia.

Esta perspectiva se acerca al pensamiento existencialista, que reconoce la falta de un sentido absoluto en el mundo y la necesidad de que el individuo construya su propio significado a partir de esa realidad contradictoria. La ironía del relato no solo radica en la creación imperfecta, sino también en el reconocimiento de que ese “desorden” es, en sí mismo, una forma válida de ser y estar en el cosmos.

Así, el cuento nos invita a aceptar la incertidumbre y la imperfección no como fallas, sino como condiciones inherentes a la vida y al universo. En vez de buscar un orden inmaculado, la obra abre un espacio para abrazar el absurdo y encontrar en él una libertad creativa y una posibilidad de sentido personal.

El universo como espejo del ser humano

En el cierre del relato, Jacques Sternberg sugiere que la creación del mundo, con su mezcla de perfección y caos, es un reflejo de la condición humana. La Tierra, con sus monstruos y su falta de gusto, simboliza no solo la diversidad y complejidad del universo, sino también la imperfección y contradicciones inherentes al ser humano.

El cuento invita a ver al cosmos no como una entidad distante y ajena, sino como un espejo donde se reflejan nuestras propias características: la capacidad para crear y destruir, para buscar el orden y aceptar el desorden, para encontrar belleza en lo inesperado y aprender a convivir con la imperfección. Esta analogía refuerza la idea de que el mundo no es un lugar idealizado, sino uno que debe ser comprendido en su complejidad y pluralidad.

Sternberg, mediante su tono irónico y reflexivo, nos recuerda que aceptarnos a nosotros mismos con nuestras contradicciones es fundamental para entender la realidad. La creación, por tanto, no es solo un acto divino, sino un proceso continuo en el que participamos como parte integral del universo.

Bibliografía

Sternberg, Jacques. Contes glacés. Traducido al español en Cuentos helados. Editorial La Compañía, Buenos Aires, 2010.
Sternberg, Jacques. Futuros sin futuro. Ediciones Dronte, Barcelona, 1977.
García, Carlos (compilador). La literatura del absurdo: antología de microrrelatos. Editorial Minerva, 2005.
Bajo, Enrique. “La ironía en Jacques Sternberg”, en Revista de Literatura Contemporánea, Vol. 15, Núm. 3, pp. 45-59, 2012.