El viaje de Marilyn
La despampanante Marilyn se levantó como todos los días, a las 4 de la madrugada; reza el rosario para pedir solamente por ella, después camina a su cocina para conectar su cafetera, mientras busca en sus archivos del celular qué meme enviarles a sus contactos para desearles “un lindo y maravilloso martes por la mañana”. Se toma su taza de café, no le atrae el yoga, pero sí realiza unos ejercicios de piernas para continuar reafirmando su busto.
NARRATIVA
Fotografía: Carlos Abraham
Mimeógrafo #116
Enero 2023
El viaje de Marilyn
Carlos Abraham
(México-Líbano)
La despampanante Marilyn se levantó como todos los días, a las 4 de la madrugada; reza el rosario para pedir solamente por ella, después camina a su cocina para conectar su cafetera, mientras busca en sus archivos del celular qué meme enviarles a sus contactos para desearles “un lindo y maravilloso martes por la mañana”. Se toma su taza de café, no le atrae el yoga, pero sí realiza unos ejercicios de piernas para continuar reafirmando su busto.
Una chispa de pensamiento le llegó a su mente y decidió marcarle a su amiga del alma, Julia, para comentarle por qué no se iban juntas de compras a McAllen, ya que el vuelo lo había visto en Internet al 2x1; cuando le llamo a Julia le dijo:
—¿Comadre, cómo estás? ¿Te gustó el meme que te acabo de enviar? Me lo envió mi prima de Toluca, está maravilloso, está envuelto en una completa esperanza de vida.
—Sí, querida, ¡está lindo!, ¿cómo va tu negocio en el tianguis?, continuas vendiendo ahí; dime para qué soy buena. Sabes, mi marido sigue con los mil negocios, le voy a decir que envíe a su secretaria a comprarte algo.
—Oye, te marqué porque está de oferta el vuelo para McAllen al 2x1. ¿Quieres irte de compras este fin de semana de acción de gracias?, todo lo pondrán muy barato, imagínate cómo van a regresar nuestras piezas de equipaje, y lo que no podamos traer con nosotras en el avión, lo enviamos por camión con mi primo.
—Mi vida, claro que sí, vámonos, no te preocupes, le digo a mi marido que pague de la oficina los boletos; nos vamos temprano el jueves, nos vemos en el aeropuerto, chussi, chussi.
Cada una era un personaje maravilloso. Julia, con su reluciente cutis por las mascarillas carísimas que utiliza, su nariz respingada, copia de la de Jaqueline y perfección de monasterio, y un diseño exclusivo su corte de cabello con el diseñador de la Bombom. Su marido, perfectamente seleccionado; llegó a su mansión para poner a la ama de llaves a sacar una pieza de equipaje grande y la dejara en el hall para que el chofer la subiera a la cajuela de la minivan, para ir al aeropuerto. No le agregó nada de ropa porque estaba acostumbrada a viajar sin nada. Sus viajes consistían en llegar al destino e ir a comprar al momento en que aterrizara el vuelo, absolutamente todo lo que requeria: ropa, cremas, perfumes, zapatos, lencería, su vida era facilísima como una artista de Las Vegas.
Marilyn, opuesta a su amiga Julia, escogió a un hombre que era empleado; después de un tiempo dejó de trabajar y optó por vender en el tianguis. Era la única rubia con un puesto conseguido por su primo. Ella, en la tarde en su casa, abrió su pequeño vestidor para buscar qué ropa ya se encontraba luida o descoloría, para que la llevara al viaje y ahí se deshiciera de ella, según su mentalidad era ayudar a la encargada de limpieza de la habitación del hotel donde se hospedaría dejándole su ropa inservible; pensaba que esta migrante, según ella, siempre estaría agradecida por recibir una lencería con pequeñas perforaciones hechas tras el paso de la vida, por el detergente o el sol; tenía pensamientos como de una dictadora del sur. No sabe lo que le esperaría.
Llegó el momento del viaje. Se fueron sentadas juntas en el vuelo e iban cockteleando, platicando y riendo. Cuando el capitán tuvo que salir al baño las dos le echaron la mirada encima para desnudarlo totalmente, les gustaba el mismo tipo de hombre. Aterrizó el avión y una cargaba su maleta pesada y la otra casi la cargaba con su pequeño dedo. Lo que sí es que las dos bajaron y caminaron por el aeropuerto despampanantemente, llevaban un porte con el que se veían divinas, eran unas reinas cada una en su propio estilo.
Tomaron la limusina para instalarse en el hotel de cadena que había reservado la secretaria del marido de Julia y después se fueron a la cena de acción de gracias del restaurante Red Lobster; se veían divinas tomando con porte y estilo su mixología mezcalera.
Decidieron irse a un bar de hombres musculosos -en donde ellos bailan para ellas- para hacer tiempo, y al otro día salieran a las 4 de la madrugada a formarse a las tiendas para sus compras personales, de encargos, y Marilyn para comprar cosas para sus ventas.
Tenían a su disposición a un chico medio velludo apiñonado de la piel, una delicia de hombre les bailaba sobre de ellas, se les acercaba mucho al oído, se quedaban sin respiración, estaban prendidas. Se le ocurrió a este semi dios meter la mano por la pierna de Marilyn para bajarle y quitarle la pantaleta, pero el oso fue cuando la sacó delante de sus compañeros de trabajo, la agarró fuertemente apretándola, la olfateo y, al abrirla para verla, notó el desgaste total de esta, con varias perforaciones donde pasaban las luces coloridas de la fiesta... Marilyn tuvo que dejar olvidada la pantaleta en el antro.