El risco

Caminando por la ladera de los cerros, llegué a la parte donde están los riscos, ahí de repente van personas a tirarse de clavado. Me topé con Jorge, un chavo moreno, no tan alto, tiene un cuerpo normal, no se le ve que realice algún buen deporte de cardio, seguro ni se cuida en la cuestión de alimentación, ahora es extremadamente necesaria para que, como joven, no le llegue a afectar al corazón, pues llegan a engrasarse las arterias, creando un infarto agudo al miocardio.

Carlos Abraham (México-Líbano)

9/24/2024

Mimeógrafo #136
Septiembre 2024

El risco

Carlos Abraham
(México-Líbano)

Caminando por la ladera de los cerros, llegué a la parte donde están los riscos, ahí de repente van personas a tirarse de clavado. Me topé con Jorge, un chavo moreno, no tan alto, tiene un cuerpo normal, no se le ve que realice algún buen deporte de cardio, seguro ni se cuida en la cuestión de alimentación, ahora es extremadamente necesaria para que, como joven, no le llegue a afectar al corazón, pues llegan a engrasarse las arterias, creando un infarto agudo al miocardio.

Cuando me acerqué al precipicio, desde otro ángulo, vi cómo Jorge estaba trepando entre las piedras, subía rápidamente un pie y luego el siguiente trepaba como un mono con una gran velocidad.

Me quedé fijamente observando sus movimientos, esa aptitud en la que se va a aventar desde los 35 metros de altura para caer del golpe en el agua, según tiene esa parte de la cuchilla una altura de cuatro metros.

Me puse a pensar demasiadas cosas dentro de mi cabeza, cuando salió del mar y caminó por donde yo estaba. Me acerqué a él para poder preguntarle: “cuando estabas en el borde del risco, ¿qué llegas a pensar?” Me comentó que le gusta la adrenalina, que antes de aventarse observa desde la altura si no hay algún animal marino dentro de la pequeña cuchilla; también me dijo que ya vio tortugas y hasta mantarrayas que se acercan mucho.

No es lo mismo pensar que sentir, pues siente una emoción de lanzarse, y más si hay gente a su alrededor que le lleguen a aplaudir.

Me quedé con la duda de cómo es esa caída, debido a que lleva una buena velocidad, pues comienza en cero y avanza hasta llegar a una velocidad alta, cuando de repente ya siente que llegó el momento, se escucha el fuerte golpe de su cuerpo entrando al agua.

¡Splash!

Necesita llevar completamente bien su cuerpo por toda esa caída, recto como tabla, de tal forma que más tarde tendría algún dolor o malestar en alguna de sus piernas o de los brazos, o por no colocar bien su cabeza podría tener algún percance, por lo que ya no saldría con vida.

Se despidió de mí. Después de la pandemia solo rosamos nuestros nudillos en despedida, se le salió una voz de urgencia, me dijo que ya se iba de inmediato porque había dejado completamente solo a su pequeño hijo en casa, pues su mujer tiene la necesidad de trabajar en un hospital.

De nuevo volvió a mi mente, si cuenta con mucha adrenalina por todo su cuerpo, por qué es una persona desconsiderada, dejando a un menor de edad solo en una casa, encerrado con llave.

Otro día a medio día, lo volví a ver escalando el risco para aventarse; esta vez se encontraba nuevamente Jorge, con otros amigos, trepando solo, pero esta ves noté que al estar en la punta de la piedra no se aventaba, no sabía qué le estaría pasando, pensé rápidamente que en ese momento tendría miedo. De repente se escucha su grito: “miren, una mantarraya está dentro del pequeño canal”.

Después de un par de minutos terminó moviéndose, saliendo de la cuchilla. Jorge se aventó el clavado; imagino que la mantarraya utilizó su ecolocalizador con el que cuentan, pues se alejó rápido, saltando por los aires sobre el mar. Las mantarrayas levantan la punta de la orilla de sus aletas, de modo que a lo lejos las hace parecer un tiburón.

No sé quién comentó lo de los clavadistas, pero se escuchó que una vez llegó al área un lobo marino que estaba perdido. Es extraño porque de aquí no son originarios, pues éste se mantuvo en las rocas como por tres meses, después nunca nadie supo de él, no supieron si algún depredador se lo comió, o si pudo regresar con su grupo.

Lo que siempre se topan aparte de las mantarrayas, es con tortugas, imagino ver desde la altura ese caparazón nadando sobre la superficie. Desde arriba ha de verse extraño ese brillo del caparazón, agregándole ese reflejo que da la luz del sol. Lo que no llegan a esta parte son las ballenas jorobadas, como en quebrada, un lugar muy parecido a este.

Hay tantras historias tan padres en este mundo de naturaleza de los clavados, lástima que ellos no se cuidan en cuestión salud, de realizar un buen ejercicio cardiovascular, con una alimentación saludable para evitar daños colaterales en su corazón.

Para colmo, hoy también Jorge volvió a dejar solo a su pequeño, Recuerdo el día que lo dejo solo y encerrado bajo llave, justo en el momento que tembló en la ciudad. Pobre pequeño, con un papá así de dejado.