El primer pedal de la Bicicleta

Todo nace de pensarse. No hay movimiento artístico que no se haya pensado en diversas mentes; que no se haya visto con diversos ojos. Y aquí, en esta ciudad, nace una fascinante idea[...]

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Mario Alberto Castillo González

4/27/2013

Mimeógrafo #00
Abril 2013

El primer pedal de la Bicicleta

(o de qué se trata esto)

Mario Alberto Castillo González

Todo nace de pensarse. No hay movimiento artístico que no se haya pensado en diversas mentes; que no se haya visto con diversos ojos. Y aquí, en esta ciudad, nace una fascinante idea. Idea que empieza de esa condición pensada y repensada; vista desde esa joven mirada, armada con pensamientos ávidos de eco e impulso para trascender la alborada de un siglo que comienza.

He acá un grupo de jóvenes finiseculares que emprende un viaje literario fundado en la lectura del mudo de otros jóvenes que ya fueron, los del extinto Modernismo, los del otrora siglo XX, hispanoamericanos todos. Prestada su idea, tomada la junta, partamos, dicen, hacia el mismo rumbo de aquéllos.

Se trata entonces de un experimento literario que seguramente fraguará en textos interesantes, intensos y frescos, y seguramente nutridos de historias e ideas literarias que atraparán el interés de aquel lector extraviado en el ciber-espacio de estos rumbos meridionales. Definitivamente necesitamos leer nuestra historia literaria para trazarla de nuevo, con rumbo y dirección, que la lleve de vuelta al lugar que alguna vez tuvo, que alguna vez fue. Romper con esquemas, establecer nuevas metas, proyectar nuevos alcances, requiere de una verdadera osadía, de una verdadera entrega y de un verdadero amor. Pero todo eso sería inútil si no se forja primero una base que cimiente ese

impulso, que soporte esa búsqueda. Una base, desde luego, lectora, real y dominada en virtud de nuestro intento, de nuestro sueño. Pero siempre con un fundamento verdadero y auténtico que nazca del saber que hoy nos exige, nos falta y reclama.

Y ellos, los de séptimo semestre, mis alumnos, mis amigos quieren leerla y releerla para apropiarse de ella, trasladarla en el tiempo y el espacio hasta ésta, su realidad y así poder pensar entonces en el siguiente momento. Diseñar una estrategia, para lanzarse a la aventura de vivir, juntos, su revuelta cultural que una y armonice esas diferentes miradas suyas, ansiosas de raíces, de palabras guía y nuevas; de ejemplos que porten una bandera de libertad cultural, limpia de firmas y modas seudo-altruistas, de canciones ajenas, donde lo propio resurja con fuerza para danzar con sandalias de piel y huipiles en medio de la plaza. Donde nuestra lengua y la de todos sea una que enseñe, que guíe y dé vida; de lo contrario y así en su momento preciso, llorarán de tarde junto al perenne Darío:

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.