Eduardo Galván (México) - Para que el domingo cruel y su inútil noche tengan sentido
Puedo recordarte ahí parada, en silencio. Sonriendo por el juego de no decir. Por habernos juntado a todas y no decirnos. Tenernos ahí esperando tus palabras. Jugando a no cortar el hilo que sostiene esa revelación atómica…

Mimeógrafo
#151 | Diciembre 2025
Para que el domingo cruel y su inútil noche tengan sentido
Eduardo Galván
(México)
(Nosotros)
_
(Tal vez un día,
el menos pensado,
un día gris o lluvioso,
pueda contar bien
nuestra historia.)
(Solamente escribí
“esto” para ver
si lograba encontrar
una respuesta a preguntas
que me torturan
de vez en cuando.)
(Voy a hablar de lo otro,
de lo que generalmente se calla,
de lo que se piensa
y lo que se siente cuando no se piensa.)
(Cada imagen está unida a otra
imagen por una pequeña cuerda.
Escucho, uno a uno,
y muy distintamente,
ruidos y sonidos.)
En el centro estás tú, Livia…
Puedo recordarte ahí parada, en silencio. Sonriendo por el juego de no decir. Por habernos juntado a todas y no decirnos. Tenernos ahí esperando tus palabras. Jugando a no cortar el hilo que sostiene esa revelación atómica…
Llevas el traje gris de oficina y el cabello muy corto y suelto…Sí, chicas, Remi y yo lo decidimos, al fin, nos casamos para septiembre, espero… Pasmada, me acerco a felicitarte. Te abrazo sólo por reacción automática. Las demás invitadas gritan, celebran, dejan ver una alegría que a mí me cuesta plasmar…
Me recuerdo huyendo. Tomando mi distancia. Desaparezco en esa sed repentina, en el impulso de buscar agua y beber tan de prisa que apenas percibo el frescor…
Pero alguien dice mi nombre: Lucy, ya ven, rápido...
Las cabezas de todas se mueven para buscarme… Yo reacciono a los gritos de tus invitadas… Que me llaman, que me exigen que me acerque contigo…
Tu hermana toma una foto donde aparecemos las tres. ¡Otra...! Al parecer, la cámara no logra captar la enorme felicidad que estoy aparentando. Una más, porfa...
Recuerdo lo lento de la fiesta…. Todas las voces a lo lejos… Anunciando lugares y personas, momentos que aún no llegaban, que no podían ser…. Ya al final, mientras tu hermana despide a todas Bye, bye, chicas, mil gracias por venir, bye, te cuidas, besos, nos vemos… yo recordé mi necesidad primaria: preguntarte a ti, sin fingir. Pedir de tu mirada algo que me permitiera seguir…
Es entonces, en ese momento, que te busco. Que recorro tu departamento sin encontrarte...
Estás encerrada en tu cuarto. Hablas por teléfono. Es Remi. Le estás contando de la fiesta. Le dices que ya acabó, que lo esperas…
Tu semblante va cambiando y mientras me miras parece nacer, entre nosotras, el abismo inmenso de la discordia…
¿Por qué no me habías contado? Porque sabía que te pondrías mal, Lucy, disculpa, quise evitarte la conmoción. No me creas tan débil. No estoy diciéndote débil pero supuse que algo movería en ti, eso es todo. Te envidio, quisiera que lo mío con Daniel fuera por el buen camino. ¿De qué hablas? se nota que él te quiere mucho. Cómo saberlo. Yo lo sé. No puedes saberlo todo, además, el problema soy yo, creo que será mejor terminarlo. No le hagas eso, o al menos espera a que pase mi boda; no quiero estar preocupada por ti, necesito enfocarme en toda la organización...
Insistiendo, tu teléfono vuelve a sonar. Ahora algo del trabajo. Mientras hablas, me invaden, como flechas, recuerdos de nosotros tres en preparatoria. Días felices pero confusos. Cuando creíamos, muy al inicio, que Remi era gay. Era un modo único de llevarse con nosotras, hasta de hablarnos. Lo subestimamos al pensar que sus tratos mostraban debilidad. Sus tratos hacia ti, hacia mí, revelaban su inteligencia. Esa capacidad suya de salirse de los moldes, de llorar, de amar las cosas más allá de lo que dijeran otros hombres…
Es ahí, mientras estás al teléfono, que recuerdo mi primer beso con Remi. Hasta una risa se me escapa...
Por eso volteas a verme. Yo te digo, con la cabeza, que no es nada, que sigas…
Yo vuelvo a recordar el beso. Aquella inocencia de Remi. Su manera torpe de tocar mis piernas. Hasta creo sentir, en ese recuerdo, el fuego lento de su boca. Quizá sí fue gay. Quizá nosotras lo volvimos heterosexual…
Debe ser que cuando Remi llegó a ti, en alguna noche de soledad tuya, era ya un experto. Alguien con maneras y ritmos. Con modos diestros de acercarse, de decir. Destreza para tocar, para pasar la boca silencioso y suspirar ahí cerca del oído. La cadencia de un jadeo que enuncia resplandor, voluptuosidad, el camino ya andado de un deseo…
Es por eso que te eligió. Es por eso que se casan…
Entiendo que tienes razón: ya estoy mal. Apenas creo que se casen. Que ese nosotros de la preparatoria, de la universidad, ese nosotros ya no me incluye a mí. Ese nosotros se vuelve solo de ustedes dos…
¡Te hablo! Perdón ¿qué decías? Que los papás de Remi nos darán el viaje de luna de miel pero no sé adónde ir. Siempre quise conocer París. Sería bueno ¿segura que estás bien? Sí, no te preocupes, en serio...
Aturdida, como de un choque, salgo de tu departamento. Apenas y veo los escalones que bajo, las lágrimas me los nublan…
Ya en la calle, me alcanza tu hermana. No tengo nada, es que se van a casar, estoy feliz…
En casa, recuerdo llamar a Daniel. Decirle despacio la noticia. Y recuerdo su tono asustado. Cree Daniel que se lo digo como advertencia. Como deseo de casarme también. Lo cierto es que no lo amo. Apenas y creo quererlo. Apenas llevarlo conmigo en la mente, en la ocasión solitaria y vacía. Sólo eso. Nunca pudo ser lo de casarnos. Nunca Daniel y yo…
No podía más que envidiarlos, Livia…
Sentir que me hallaba sin lugar. Lejos de un sitio para volver, para descansar., para que tú y Remi me recibieran…
Remi y tú. Tú y Remi…
Y es que siempre pensé que me casaría primero…
Siempre, en esos recuerdos, me imagino entrando hasta un altar y tú llorando conmigo, llorando por mí: feliz y triste me das un abrazo para desearme lo mejor, y te guardas para siempre y muy dentro, todo esto que llevo yo, todo esto que llevo dentro…
Que llevo y que me obliga a recordar aquella intensidad vivida. La de nosotros, la de los tres en la preparatoria, en la universidad, cuando comíamos muy juntos en la cafetería, y nos dábamos a probar en la boca… el cómo llamábamos la atención, Livia. Remi en medio y rodeándonos con los brazos. Alardeando. Haciéndose notar entre todos los hombres. Él tan único. Tan rodeado de ti y de mí…
Fue por mi intuición, Livia. Por eso en preparatoria nos acercamos a él... Porque al ver su distancia de los otros, la manera discreta de decirlo todo o de sonreír al mirar… Fue ahí cuando lo supe… Que sería Remi un riesgo, una salida, un posible proyecto de fallo…
Te dije lo que intuía y reíste, ¿recuerdas?... dejaste marcada en ti una sonrisa… Poco después le enseñamos a besar… Primero lo besé yo, luego tú. Quedó pasmado al ver que nos besábamos nosotras… No pudimos más que reír al ver su sorpresa, luego aquella mancha blanca en su pantalón… Fue la vez en que apareció un Nosotros… Esa vez nos volvimos los tres…
Nosotros tres, luego dos, ahora una, fueron dos de dos maneras, Remi, tú y yo, hoy estoy sola, acompañada, soy yo, sólo yo, antes, fuimos tres, fuimos dos, luego fueron dos, a veces volvimos a ser dos, hoy soy una, sí, antes fuimos amigos, después fuimos tú y yo, mi época favorita, cuando descubrí que contigo no había errores, que tus manos estaban amaestradas desde antes, desde siempre, que compartían y enseñaban, que me decían que preferían ser sólo dos, luego volvimos a ser tres, luego ustedes fueron dos, algunas ocasiones volvimos a ser dos, después tú no quisiste volver a ser dos y ni siquiera tres...
***
Con el tiempo encima, necesitas mi opinión sobre cosas de la boda: dudas de los colores, de los invitados, de la recepción… Por eso nos citamos. Para tomar café y hablar. Vernos directo a los ojos pero hablar por encima, aparentemente hablarnos…
Por eso llegué antes que tú, para repasarlo todo y decirte, remarcarte lo nuestro vivido, el pasado de nosotros…
Pero dices que no puedes más, que esa vida engañando a Remi ya no puede ser… Que lo vivido se acabó… Que fue y se quedó en las bocas y en las caricias torpes, ardiendo allí solamente…
Yo asiento con la cabeza, lloro…
Fue y terminó, lo siento, Lucy, simplemente no puede seguir ¿no crees que necesitamos avanzar, adaptarnos? ¿Adaptarnos a qué? Sabes bien de lo que hablo, lo hemos hablado muchas veces. No importa ya. Yo necesito avanzar, Lucy, te quiero pero es hora de ver hacia el futuro. Te digo que no importa, sería mejor pensar como tú dices: en el futuro, en adaptarnos...
***
Llega el gran día. A una sensación de incompletud, de fracaso, de soledad, dentro de mí, le sigue una total felicidad por ti, Livia, por Remi… Porque al fin se casan.
Y es por esa incompletud que decido salir… Escapar a la parte trasera de la capilla y fumar… Pasarme el humo como agua… A fumadas, intentar deshacer todo eso que siento, aquel nudo incomprensible…
En el tercer cigarro aparece Remi…
Me abraza por detrás y hunde su nariz en mi cabello…
Rodeándome, dice que me extraña, que la boda lo tiene harto pues no ha podido estar conmigo, estar así…
Le digo que ahí podrían vernos… Volteo y le digo que debe volver a su lugar, a esperarte a ti, Livia, ahí junto al altar… Él me ofrece un pequeño beso que yo llevo a mi mejilla… No se va Remi sin preguntarme si hace lo correcto… Yo lo miro sin contestar… Antes de irse me recuerda los tiempos de la universidad… Con una sonrisa le pido que volvamos a la capilla…
Vas de blanco, entrando, Livia y es tu mirada lo que me da valor... Aunque Remi tiembla, lo veo plantarse ahí sonriente… Es por lo que brillas. Por eso me siento valerosa… Por eso Remi tiembla… Yo, desde mi sitio le hago saber que todo estará bien, que debe relajarse, que estará en París muy pronto…
Cuando da inicio la ceremonia, recuerdo bien, mi llanto débil escurriendo… y recuerdo el espacio largo entre mis lágrimas y entre las vivencias que aparecen en mi mente; que me llevan, recuerdo, a sentir de nuevo algo en mí, algo en la piel, en el reverso de mis piernas o en la nuca…
Es porque vas caminando frente a mí, Livia, camino hacia el altar… Que volteo hacia Remi y también llora, con alegría pero llora… Y hasta tú, mientras caminas y sonríes, lloras… Nos miramos y lloramos, entre nosotros volteamos a vernos y lloramos… Tú lo miras, él te mira, yo lo miro a él, tú me miras a mí y él a ti…
Sintiendo algo que no entiendo, algo que va hondo, me acerco a él y lo beso… La multitud lanza una obvia expresión de asombro… Despego mi cara ligeramente de la suya y de reojo te veo acercarte… Nos separas: tú me besas a mí, con fuerza, casi con odio… Las personas comienzan a gritar… Remi te separa de mí y te besa… La multitud está enardecida… Algunos se van, otros se quedan a gritarnos insultos… Yo busco la mancha blanca en el negro pantalón de Remi, pero no veo nada…
Él, en medio de ambas, nos abraza a las dos, y por un momento que no recuerdo cuánto dura volvemos a ser nosotros, los que siempre habíamos sido: los tres…
Cita

