Daniela Perlín Vega (México) - Squid Game, temporada 3
Halloween en el 2021. Con el recuerdo reciente de una pandemia, niños, adolescentes y adultos caminan por las calles uniformados en verde o rosa, dependiendo de sus inclinaciones.

Mimeógrafo
#150 | Noviembre 2025
Squid Game, temporada 3:

Implosión de emociones

Daniela Perlín Vega 
(México)
Cita
Halloween en el 2021. Con el recuerdo reciente de una pandemia, niños, adolescentes y adultos caminan por las calles uniformados en verde o rosa, dependiendo de sus inclinaciones. Si Squid Game fuera real, dudo que pudiéramos elegir a cuál bando pertenecer y después de ver los últimos seis capítulos liberados el 27 de junio del 2025, ya ni siquiera estoy segura de si hay alguna diferencia entre un uniforme u otro.
Los primeros minutos de la temporada tres hacen creer que continuaremos en la misma línea de la temporada anterior. Gi Hun buscando desmantelar un sistema con el que no concuerda, más el enfrentamiento interno entre jugadores: ¿Terminar la competencia o decidirse por continuar? Incluso, de nuevo, hay una votación que resulta en lo obvio. Sin embargo, a partir del siguiente juego, en un laberinto, es notable cómo el enfoque va cambiando. Si la serie meses atrás había buscado que los espectadores empatizaran con ciertos participantes, ahora, precisamente son estos personajes los eliminados durante los primeros episodios.
Las reglas del juego son sencillas: hay una división al azar en dos equipos, los de chaleco azul deben buscar la salida al laberinto y esconderse en el proceso, mientras que el equipo rojo tendrá que matar al menos a una persona de los contrarios para salvarse. El 456, dejando de lado su objetivo inicial, empieza a cazar al número 388 por no haber llevado a tiempo las municiones durante la rebelión. Se descubre que nunca fue marino, en realidad, solo quería salvarse a sí mismo. No lo consigue en el laberinto.
El público tiene opiniones divididas y debo decir que, en lo personal me sucede algo parecido. Por un lado, las muertes de Hyun Ju, Geum Ja y Yong Sik no se sienten parte del desarrollo de la historia, sino un medio para permitir el enfrentamiento en el último juego entre 456 y 333, con una bebé de por medio. Si bien, un final feliz para todos habría sido simplemente complaciente, una muerte más digna se habría agradecido. A menos que la intención detrás de los sucesos mostrados haya sido justo esa, la falta de dignidad. Si en la primera temporada de Squid Game, las muertes se deben a traiciones por parte de otros o a sacrificios, incluso venganzas, en esta última parte de la serie, la crueldad va en una dirección diferente. Una mujer que se arriesga a ser reclutada por desconocidos para pagar las deudas de su hijo, lo termina asesinando. Un hombre que, a pesar de no ser capaz de matar a su propia madre, quiere acabar con la vida de una mujer, también madre, sosteniendo a su bebé en brazos. Alguien que siempre estuvo alerta, se descuida un momento… morir en manos de otro o para salvar a alguien más, es doloroso, pero morir traicionándose a uno mismo o en parte, por un error propio, destroza. Si la intención era mostrar ese nivel de sufrimiento, lo consiguieron.
Para el juego siguiente, hay que saltar la cuerda, cruzando un puente peligroso. Quienes caigan, pierden la vida. La aparición de los V.I.P. mientras tanto es chocante pero necesaria. La riqueza, el privilegio y la falta de límites puede corromper hasta la deshumanización. Si todo es un vehículo del placer, ¿por qué las personas no lo serían? Incluyendo a una recién nacida, a quien agregan a la competencia. Jun Hee, con un tobillo roto, sabe que ha llegado al límite. Consciente de sus propios errores y cansada de acarrear a otros hasta sus propias dificultades, sin recibir el apoyo del verdaderamente involucrado y responsable que sería el jugador 333, deja ir a su bebé con Gi Hun y se desploma. Nam Gyu se pierde en la adicción dándole la satisfacción a Min Su de verlo morir, aunque este último también ha caído ya en las drogas, un círculo que se repite. El 456 se aferra a una bebé, cuyo simbolismo es tan evidente que se siente falso.
La poca participación del 001 o líder en esta última temporada se podría respaldar quizá en que, por lo general, es difícil descifrar por completo a quien mueve los hilos detrás de un sistema. Aun así, nos deja pidiendo más, apenas se nos da un corto flashback de su participación en los juegos, años atrás. Se percibe una necesidad de verse reflejado en el 456, de justificar sus acciones a través de él. Le da la misma oportunidad -o tentación- que se le ofreció a In Ho en el pasado, como participante: Un cuchillo, matar a todos los jugadores restantes antes del amanecer y salir con la recién nacida.
“Más que ser espejo, 
Squid Game se convierte en confrontación.”
Gi Hun no cae en la provocación. La final consiste en un juego del calamar desde las alturas, tres columnas marcan el número mínimo de muertos necesarios para terminar la competencia, siempre y cuando se oprima un botón que marque el inicio de cada ronda, así como el límite de tiempo. La mayoría de los jugadores que se mantienen hasta ese momento han tenido poca relevancia, honestamente, en los capítulos anteriores, si acaso resaltan el número 100 y el 125. Por supuesto, también están el 456, la agregada 222 ocupando el número de su madre y el padre de la bebé.
Cabría detenerse en el 333. Un personaje que comenzó a ganarse el resentimiento de varios espectadores al quedarse con el lugar de Young Mi en la temporada dos, durante el juego del carrusel, lo que termina en la muerte de ella. Antes de entrar al laberinto, Myung Gi convence a Jun Hee para intercambiar equipos y así él quedarse con el chaleco rojo. Ahí, asesina ya no para sobrevivir sino buscando aumentar el dinero del premio, acuchillando por la espalda a Hyun Ju. Además, deja que otro, el 456, se haga cargo de la recién nacida.
Pareciera que, al iniciar el juego del calamar en la primera columna, 333 va a redimirse. Comienza a manipular al resto de los participantes para evitar que arrojen a su hija. Muere Nam Su, bajo el efecto de las alucinaciones de sus propias culpas, el número 100 suplicando y sucesivamente, uno a uno, el resto de los jugadores acaban en el abismo. Myung Gi, ¿salvará a su hija? La serie nos ofrece una imagen espantosa sobre el nivel de maldad o egoísmo al que es capaz de llegar el ser humano: un padre amenaza con lanzar a su propia hija indefensa por el precipicio. Gi Hun utiliza la poca voluntad que le queda, y tras la pelea, el 333 cae. Resta poco tiempo para ver el desenlace, solo puede vivir uno de los dos: el 456 o la recién nacida.
La guardia 11 ha seguido con su objetivo de la temporada dos, quiere rescatar al número 246, para no dejar a una niña con cáncer desprotegida. Bajo amenazas a su superior, lleva al mencionado participante al mar, después ella vuelve a la isla para deshacerse de cualquier archivo que los guíe hasta la niña. Encuentra su propio expediente, su hija y su esposo están muertos según la información. Va a suicidarse, mientras ve por un cristal el juego del calamar, expectante como nosotros, ante la decisión final. Tirar del gatillo o no.
Sucede lo simbólico. La bebé se salva. La 11 vive, al ver lo que ocurre… tal vez su hija también ha sobrevivido. Gi Hun, no logrando representar el papel de héroe se convierte en mártir. Sin embargo, es difícil no percibir cierta hipocresía. Salvar a la hija de alguien más, mientras nunca pudo ser un buen padre para la suya.


Comienza la autodestrucción del juego o van a descubrirlos. Recordamos entonces que un policía, el hermano del líder, va hacia la isla. Pareciera que Woo Seok, quien ayudaba a buscar al reclutador al inicio de la temporada dos y vio morir a su jefe frente a él, es más relevante en la búsqueda que el mismo Jun Ho. Seok sospecha de quien debe sospechar y hace lo que está en sus manos para ayudar a encontrar a la corporación maligna, hasta que las autoridades lo detienen. El policía en cambio, parece a la deriva. Lo que en la temporada dos era una búsqueda de justicia y heroísmo, se convierte en una especie de travesía filosófica por parte de Jun Ho, que termina en un porqué sin respuesta alguna.
¿Por qué? ¿Qué son los humanos? Únicamente nos queda la esperanza en blanco. La salvación no se encuentra en el presente, sino en el futuro, quizá. Como si no supiéramos que los V.I.P, el líder, los reclutadores, los guardias y los jugadores también fueron una esperanza en blanco alguna vez, ¿y para qué?
Aun así, la historia se aferra a los niños. El hermano de la jugadora 067 de la temporada uno, se reencuentra con su madre norcoreana, después de años de búsqueda. La niña del jugador 246 tiene cabello otra vez, una señal positiva y sonríe, junto a su padre. La hija de Gi Hun es visitada por In Ho, ahora sabe que su padre está muerto y recibe la herencia. Una recién nacida millonaria llega a las manos de una autoridad que, a pesar de no haber sido capaz de ejercer justicia, luce tranquilo.
Y el guiño de otra reclutadora, jugando ddakji con un desdichado en Norteamérica, para dar paso a una posible adaptación de la serie en el extranjero. Sin embargo, si la temporada uno y dos me dejaron esperando por el siguiente capítulo, esta última, más que una explosión de emociones provocó una implosión. Ni siquiera se trata de un nudo en la garganta, es más como si te cortaran ese nudo con todo y garganta. Una bebé, cuyo simbolismo es tan evidente que se siente falso.
No podría asegurar si el final de la tercera temporada de Squid Game fue feliz, deprimente o realista, pues depende de la perspectiva de la realidad que cada quien posea y de la manera en que decidamos actuar en consecuencia. Si algo puede hacer la ficción es contribuir a cuestionarnos justamente esta perspectiva y sus posibilidades. Más que ser espejo, convertirse en confrontación.
Desde mi punto de vista, si tuviera que elegir un personaje de Squid Game para disfrazarme en el Halloween del 2025, me buscaría un traje negro y un maletín, con el pan en una mano, los boletos de lotería en la otra y la suerte en el bolsillo, en forma de revolver. Uno de plástico, por supuesto.
Cita

