Breve historia de un minuto

Amanece en México al mismo tiempo que en Arequipa, Guayaquil y Bogotá. En Santiago son las siete y la Plaza Italia parece sonreír al nuevo día a pesar del cobalto que cubre al Palacio de la Moneda. En Río de Janeiro ya son las ocho de una mañana turbia y las olas comparten su nostalgia a las playas vacías de Copacabana. En Buenos Aires, a esas mismas ocho, en algún cafetín, una rockola desgrana “Cambalache” y parece la señal para que empiece a llover en todas partes,

NARRATIVA

FZG. (México)

1/13/2023

Mimeógrafo #116
Enero 2023

Breve historia de un minuto

FZG.
(México)

Amanece en México al mismo tiempo que en Arequipa, Guayaquil y Bogotá. En Santiago son las siete y la Plaza Italia parece sonreír al nuevo día a pesar del cobalto que cubre al Palacio de la Moneda. En Río de Janeiro ya son las ocho de una mañana turbia y las olas comparten su nostalgia a las playas vacías de Copacabana. En Buenos Aires, a esas mismas ocho, en algún cafetín, una rockola desgrana “Cambalache” y parece la señal para que empiece a llover en todas partes, llueven malos presagios, el oxígeno de los Andes y del Eje Neo Volcánico no bastan para este agosto de mierda en el IMSS de CDMX está muriendo José, en el Regional de Arequipa John Quispe, Luis Carlos Vera en Guayaquil y así, muchos más, se despiden del mundo en este instante funesto. ¿Cuánto ha pasado la vida? ¿Acaso la eternidad de las gotas? Quizá solo se trate de la lluvia que opaca al bandoneón junto al retrato de Borges del cafetín de avenida Santa Fe, que rebota en los toldos y salpica a los mariachis que están a medio cuerpo guareciéndose en un galpón de Garibaldi, escurre por los sótanos y laberínticos pasillos del palacio Sudamérica en Montevideo y parece susurrar a la lluvia con voz de Benedetti o Galeano las nostalgias del pasado. Hay un dolor viejo en todo esto y todo, en un mismo instante en el tiempo, aunque no en el mismo espacio.
Ha pasado un solo minuto y Latinoamérica se desangra, sí, pero seguramente también está aprendiendo a mirar diferente las inmensas riquezas arqueológicas y culturales de su pasado y la promesa a la vuelta de la esquina de su riqueza mineral.
Mientras José, John o Luis Carlos mueren, nacen otros con sus nombres, con sus sueños y con su historia pletórica de paradójicas batallas. La flor de Copihue o el Cempasúchil siempre tendrán tiempo para florecer, como el sol altísimo del lago Titicaca o la magia de la luz en Ushuaia. Las mariposas amarillas de Macondo darán siempre paso a la esperanza. Y Comala o Playa Girón no serán lugar de muertos.
Muchos partirán o partiremos, es cierto. Pero la vida continuará sin el covid ni dictaduras. O al menos es lo que piensa el hombre que se quedó todo lo que dura el semáforo mirando las manecillas del emblemático reloj de la Ciudad marcar primero las seis y después de tantos muertos y esperanzas, las seis con uno, hasta que los cláxones de la vida cotidiana… le obligaron a seguir.