Tres apuntes sobre Máscaras de palo de Luis Antonio Rincón García
Máscaras de palo (Coneculta, 2021) de Luis Antonio Rincón García es la historia de una familia que puede ubicarse en cualquier plano del hemisferio, pero su título y sus elementos sustanciales no. El desarrollo de la novela se da en diferentes espacios geográficos nacionales e internacionales como Nueva York, Buenos Aires, Puebla y Chiapas, pero se centra en la heroica Chiapa de Corzo...
ARTÍCULOS
Mimeógrafo #134
Julio 2024
Tres apuntes sobre Máscaras de palo
César Trujillo
(México)
de Luis Antonio Rincón García
Primer apunte
El escritor checo Milan Kundera señala en El arte de la novela que todas las novelas de todos los tiempos se orientan hacia el enigma del yo, pues en cuanto el escritor crea un ser imaginario o un personaje, se enfrenta automáticamente a dos interrogantes: ¿qué es el yo? y ¿mediante qué puede aprehenderse el yo? Es bajo ambas premisas que se fundamenta la novela en sí. Y aquí, uno debe enmarcar que toda novela, pese a los lugares conocidos, los espacios citados, la recreación de ciertos momentos y ambientes, y el caminar de sus personajes, no es en sí una confesión del autor, sino una suerte de búsqueda para explicar lo que todos sabemos: la vida es y será siempre una trampa, donde nos corresponde nacer, crecer, reproducirnos y morir. Nacer para morir.
Máscaras de palo (Coneculta, 2021) de Luis Antonio Rincón García es la historia de una familia que puede ubicarse en cualquier plano del hemisferio, pero su título y sus elementos sustanciales no. El desarrollo de la novela se da en diferentes espacios geográficos nacionales e internacionales como Nueva York, Buenos Aires, Puebla y Chiapas, pero se centra en la heroica Chiapa de Corzo. Los elementos que evocan a la Fiesta Grande, al Parachico, las chuntá, la algarabía de la fe, los carros alegóricos, la representación de María de Angulo, las procesiones y al sincretismo que esta celebración encierra, son elementos que giran en torno al desarrollo de una relación de pareja entre Gastón y Alejandra, así como las relaciones de pareja de los padres de ambos y de las familias inmersas en estas vidas, en lo que podríamos llamar una tradición social arraigada en los pueblos de México.
Desde la etapa del enamoramiento a la del matrimonio, del desencanto de los recién casados, las infidelidades, las prioridades laborales o económicas, los consejos de los padres, el alcoholismo y las simulaciones, que son comunes en muchas familias mexicanas, hasta la muerte de los seres queridos, Luis Antonio plasma ese yo del que Milan Kundera habla para mostrarnos las problemáticas existenciales que cada personaje encierra. Problemáticas que parecen trazar un destino trágico al dejar a la suerte, como bien nos enseñara Amado Nervo, la arquitectura y diseño del destino que a cada uno compete.
Desde el título de su novela, Rincón García presenta un juego interesante que nos revela no sólo el sincretismo del Parachico y su tradición: la de portar una máscara y bailar al son de los chinchines en honor a San Sebastián, y que data de una historicidad aún más añeja, sino la de las máscaras que cada personaje se crea para enfrentar al mundo en el que se encuentra inmerso, para seguir manteniendo, en los personajes principales, una relación social que todos celebran.
Una máscara tan grande como la de la belleza física de La Muñeca, cuya vida se va apagando como una vela y la de sus sueños que se difuminan convirtiéndose en lo que nunca quiso ser. Lo anterior bien puede palparse en el cierre de la novela, donde Alejandra y su belleza, ese jardín que cultivó con ahínco, se empolvan y marchitan al grado de ser un mueble más.
Segundo apunte
Kundera nos recuerda que el personaje no es un simulacro de ser viviente, sino un ser imaginario y una suerte de ego experimental. Y por ello, aquí me pregunto si Luis Antonio Rincón usó esa fórmula del In-der-Welt-sein que creara Heidegger, y que se refiere a “ser en el mundo”. Porque Gastón, como Alejandra, Sara, los abuelos paternos y maternos de ésta, Lupe, Marcia, las amantes de Gastón, el profesor corrido a punta de violencia del pueblo, el taxista, Matías, el sacerdote que se desploma en las gradas le la Iglesia, los novios y las aventuras de Sara, todos, en sí, están ligados y forman parte de una dimensión justa, pues, a medida que las situaciones van transformando el quehacer y el crecimiento de los personajes, su existencia misma, o lo que es el In-der-Welt-sein, cambia del mismo modo. Se modifica, evoluciona, se transforma.
Gastón, por ejemplo, deja de ser ese muchacho idealista y enamoradizo una vez que toma como suya la existencia de Alejandra. Luis Antonio lo dice sutilmente a través de Sara: “no se procura lo que ya te pertenece”. Y ese sentido de pertenencia es el que permea el clímax de la novela. El lector entiende que ambos, como esposos, olvidan trabajar en la construcción de pareja y fingen que todo está bien. Incluso, cuando éste toma la decisión de separarse y lo consulta con sus padres, estos se ofenden y ponen al centro de la discusión el posible sufrimiento de Sara. Es más, los consejos de don Óscar a su hijo tienen como centro la sugerencia de apostar a la infidelidad justificada como elemento para sostener y mantener la palabra empeñada, pero sobre todo la idea social del matrimonio consumado ante la mirada crítica y persistente de una sociedad que se erige como juez de la felicidad y las apariencias, aunque esta se base —y tenga como piedra angular— en la mentira.
Alejandra, por su parte, vive evocando el sobrenombre que termina siendo una carga pesada (La Muñeca) y que enmarca su destino marcesible, su condición de pasar a ser un mueble desmemoriado, tendido en un sofá como un juguete olvidado y consumido por los años, destinada a la indiferencia desde que decide perdonar actitudes que son varios tipos de violencia que sufre de manos de Gastón.
Alejandra, La Muñeca, tiene un sino marcado: ver pasar la vida de los otros e irse apagando con el tiempo, evocando un pasado glorioso, marchitado con el desdén y los silencios de su hija, con las infidelidades de su esposo, con su inmarcesible fe y los grupos de oración como refugio y aceptación del trágico destino por vivir.
(De los otros personajes, cada lector deberá ir haciendo su propio recorrido).
Tercer apunte
Máscaras de palo está dividida en 32 capítulos y fue uno de los libros seleccionados por el Consejo Editorial del Coneculta Chiapas en 2021 para ser publicado. Su articulación es clara y precisa. Breve en extensión, pero profunda en esencia, pues esta novela escarba en el centro de los abolengos familiares y las conductas toleradas en ciertos círculos donde prevalece una simulación que aplasta toda búsqueda de felicidad. Chiapa de Corzo es el escenario elegido, pero las historias pueden acomodarse en el pueblo que se considere.
Cada capítulo es un pequeño todo que va soltando el hilo por el que se desenvuelve la trama y un conjunto de reflexiones que, con gran habilidad narrativa, Luis Antonio va dejando como un pequeño rastro de lo que piensa sobre el tema. Como en la perorata de don Óscar al decirle a su hijo, cito: “Esa tu chingadera del amor pa’ siempre no existe. Ya deberías saberlo. No seas pendejo. ¿A poco crees que tu madre y yo seguimos juntos por puro amor?”. O bien, en el mismo capítulo titulado El divorcio, cuando el mismo don Óscar sentencia: “Esa es la regla: el que descubre que lo engañaron y perdona, ¡ya se chingó! De ahí en adelante el otro siempre le será infiel, porque sabe que será perdonado”.
Así, el destino que cada personaje transita y le pesa como el destino a Sísifo. La narrativa de Luis Antonio, entonces, nos muestra una realidad ficticia cayendo como el manto mismo de la fe del pueblo chiapacorceño y una voz que, como dijera Jean Paul Sartre, es “inimitable”.
Barrio San Roque, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.